(Fuente Dsalud.com)
La afirmación de que tener demasiado colesterol en sangre puede causar aterosclerosis y, por ende, todo tipo de enfermedades cardiovasculares no ha sido demostrada científicamente jamás.
Antes bien, existen estudios que demuestran que reducir su ingesta no sólo no previene los accidentes cardiovasculares sino que además puede ser causa de diversas patologías, entre ellas las neurodegenerativas. Y aún más: los fármacos que los médicos recomiendan para bajar el nivel de colesterol en el organismo -en la actualidad las estatinas- no sólo no protegen de esas patologías sino que además tienen potenciales efectos secundarios graves. Sin olvidar que es absurda su ingesta porque los niveles de colesterol se reducen simplemente suprimiendo de la alimentación durante una temporada los azúcares e hidratos de carbono refinados, las grasas saturadas animales, los aditivos alimentarios, la cafeína, el alcohol y las colas evitando paralelamente las grasas trans y no friendo los alimentos. Por otra parte, el nivel de colesterol lo reducen mejor que las estatinas el ajo, la cebolla, el limón, la alcachofa, el rábano negro, las uvas, los fitoesteroles vegetales, el chitosán, la lecitina de soja, el gugulón y el aceite de oliva virgen extra, entre otros muchos alimentos que carecen de efectos secundarios. ¿Y entonces? Sencillamente, la innecesaria medicalización actual se debe a que el exceso de colesterol "malo" pasó en apenas unos años de "factor de riesgo" cardiovascular a poco menos que una enfermedad en sí misma que debe ser tratada casi de manera crónica con fármacos para reducir o controlar su nivel en sangre. Sólo que todo obedece a una estrategia más de las multinacionales farmacéuticas para vender masivamente medicinas inútiles e innecesarias. Para lo cual lograron que en los últimos años se bajara de forma significativa la cifra de colesterol considerada aceptable -en dos ocasiones- y así aumentar el número de "personas en riesgo" que consumieran sus productos. Y los médicos, muy obedientes siempre, les hicieron caso y se dedicaron a medicar a gente sana para "prevenir" posibles problemas. El conocido doctor Matías Rath -que viene denunciando todo esto hace mucho tiecolesterol daña las paredes de las arterias y, junto a los depósitos de calcio y tejido fibroso, constituía la principal causa de la formación de los ateromas que llevan a obstruirlas provocando los infartos y derrames... hasta que descubrió que era sólo otro cuento más del marketing de la industria farmacéutica. "Si el colesterol alto dañase las paredes de los vasos arteriales -nos diría- lo haría también en otros lugares de nuestro sistema circulatorio sanguíneo. El sistema se obstruiría en todas partes y no sólo en el corazón o en el cerebro. En otras palabras, también tendríamos infartos de la nariz, la oreja, las rodillas, los codos, los dedos y cualquier otro órgano del cuerpo. Y es evidente que no es el caso". Rath explicaría luego cómo descubrió que las enfermedades cardiovasculares eran prácticamente desconocidas entre los animales porque -a diferencia de los humanos fabrican su propia vitamina C, absolutamente necesaria para producir el colágeno que da estabilidad a las paredes de los vasos sanguíneos. Comprobando más adelante que es la carencia crónica de vitamina C y otros micronutrientes esenciales –especialmente aminoácidos y enzimas- la causa fundamental de todas las enfermedades cardiovasculares. No debemos olvidar, por otra parte, que las grasas son la fuente principal de combustible de los procesos metabólicos del cuerpo -es la materia prima de las hormonas-, están presentes en casi todos los alimentos y no pueden ser suprimidas de forma radical de la dieta.
El colesterol -que es un potente antioxidante- es una de ellas y, a pesar de todo lo que sobre él se ha dicho, es fundamental y necesario. Hasta el punto de que si no lo consumimos a través de la alimentación nuestro hígado lo sintetiza a partir de otros elementos. Por el contrario, cuando la cantidad de colesterol que aporta nuestra dieta al organismo es elevada la síntesis que realiza el hígado se reduce automáticamente e, incluso, se elimina parte de él a través de la bilis. De esa forma el cuerpo trata siempre de que exista un equilibrio entre lo que ingerimos y lo que él mismo es capaz de producir. En suma, no hay nada que justifique tomar fármacos para reducir el nivel de colesterol en sangre. No sólo no ayudan sino que son peligrosos.